Los juegos de esta compañía son peculiares y francamente distintos a los demás. Tu personaje empieza como una hoja en blanco, sin nada de trasfondo anterior ni ningún rasgo de personalidad, al que debes crear y personalizar. Después el juego te explica sus mecánicas en un tutorial que debes pasar y al acabarlo...eres libre.
Cuando digo libre no me refiero a cualquier cosa. Aquí puedes ser lo que tu quieras ser.
¿Quieres ser un noble héroe? ¿El villano más cruel y despreciable de todos? ¿Un simple mercenario que lucha por quién paga más? Puedes ser eso y mucho más. El juego te da opciones de sobra para jugar como quieras. Si quieres ser un pacifista y arreglarlo todo con la palabra pues no hay ningún problema en serlo al igual que tampoco si eres un asesino sigiloso que ataca desde las sombras.
Aún me acuerdo que en Skyrim, después de verlo todo jugando como un guerrero, mi segunda partida siendo un asesino sigiloso y que actuaba sin ningún código moral se sentía como otro juego para mi.
Ahora en su última obra, Fallout 4, he estado jugando como un padre que ha perdido a su hijo y hará lo necesario para encontrarlo, aunque siempre presta una mano para ayudar. Ahora, con una segunda partida, tengo pensado ser alguien totalmente distinto; un personaje de un orden fascista cuyo objetivo es eliminar toda forma de vida no humana que encuentre.
E interpretar personajes tan diametralmente distintos es posible gracias a la variedad de decisiones y opciones en el dialogo que incluye cada juego de Bethesda. Te dan la opciones de como acabar una misión y comúnmente suelen haber facciones en conflicto, todas con distintas ideologías, a las que puedes apoyar para vencer a las otras y gobernar sobre el mundo que te rodea.
Y aquí otro punto: el escenario. Si algo saben hacer bien es crear mundos maravillosos, con cultura y mitología propia, por los que da gusto perderse y que de verdad te gustaría vivir allí. Supongo que al final se acaba haciendo esto, siendo el juego de Bethesda una segunda vida virtual que tenemos.
Sus juegos no son perfectos; una abrumadora cantidad de bugs que pueden hacer injugables las obras a veces, unas pantallas de carga interminables o unos gráficos desfasados les alejan mucho de la perfección. Pero todo esto no importa cuando caminas por los increíbles escenarios escuchando sus bellas bandas sonoras y sintiendo que de verdad estás ahí.
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