Son las dos menos diez de la madrugada de un miércoles. Acabo de ver El Club de la Lucha por una recomendación. Suenan en mi cabeza las quejas por parte de los otros miembros del blog. Una brillante inspiración me sacude el cuerpo. Empiezo a escribir...
El Club de la Lucha, llegué a ella gracias a la recomendación de una persona de la que fio bastante en cuanto a gustos de cine y, en general. No haber visto El Club de la Lucha, se considera entre algunos sectores de cinéfilos como un pecado capital. Y yo, pobre cordero, no había podido verla nunca. Es algo que pasa, películas extremadamente famosas que no has visto, quizás por el hecho que, son demasiado conocidas y te las conoces al detalle. Pero esta no, David Fincher se guardaba una bala en la recamara.
Sí, David Fincher, el mismo que dirigió la peor entrega de Alien. Pero, vamos a darle una oportunidad.
Si habéis visto Seven, sabéis a lo que me refiero.
Este no es un director de pacotilla precisamente. Pudo haber arruinado su carrera de por vida con Alien 3, con suerte que alguien tuvo la genial idea de darle una segunda oportunidad.
Consagrándose como director con su siguiente película, Seven, que esa si que no la habéis visto, no sé
ni que coño haceis aquí. Que no corréis a verla. Como iba diciendo, Fincher gozaba de una labrada reputación allá por los noventa, y le dieron la oportunidad de dirigir la adaptación de la novela con el mismo nombre de Chuck Palahniuk. Él fue el elegido de dirigirla sobreponiéndose a otros cuatro grandes candidatos.
La película te presenta al protagonista, él cual podría ser cualquiera de nosotros (sin ninguna duda, lo es), un joven que se halla hastiado de su trabajo, de comprar cosas que no necesita, de vivir por inercia.
En uno de sus viajes de negocios, conoce a Tyler Durden ( Brad Pitt), un hombre que vive completamente libre, de hacer lo que quiera, de vivir como quiere sin importar lo demás. Nuestro querido protagonista, llamémosle Edward, (interpretado por Edward Norton), se encuentra maravillado y admira a Tyler, en él ve la vida tal y como debería ser. Sin ataduras de ningún tipo.
Edward llega a su bloque de apartamentos y ve, para su sorpresa, que su hogar se encuentra en llamas, esto le produce unos sentimientos encontrados. Por un lado, desea dejar su vida anterior y comenzar a vivir como el misterioso hombre, Tyler. Pero por el otro, tiene un miedo profundo al cambio. Sin embargo, decide emprender el camino de la liberación.
Cabe destacar que Edward sufría insomnio, y para contrarrestarlo, asistía a asociaciones de ayuda a gente con cáncer o con otros tipos de enfermedades. Lloraba con ellos y liberaba sus sentimientos ocultos, oprimidos a su vez por la propia sociedad. Todo eso le funcionaba, hasta que asiste una mujer llamada Marla, totalmente sana que le impide, de alguna manera, volver a dormir. Sí, suele ser un tema recurrente, la propia sociedad, pero Fincher, logra mandar un mensaje sobre ella muy fresco e innovador mediante este tipo de escenas o por otros medios que ya iré mencionando.
Cuando el protagonista, queda con Tyler, este comprende su filosofía vital,
y tras unas cuantas cervezas, Tyler le ofrece su casa a cambio de que Edward, le golpee.
Al poco rato, los dos se enfrascan en una pelea amistosa pero igual de violenta, lo que convertirán en costumbre, y, al tiempo, en un verdadero club con reglas y mucha más gente. La gente se alivia espiritualmente golpeando a otra, va en su naturaleza... O al menos lo que refleja la película.
A las pocas semanas, el club se va extendiendo por todo el país con cierto secretismo, y los propios socios, guardan una especie de camaradería fuera de este. Se gesta también un proyecto paralelo, llamado el Project Mayhem, con un fin secreto para Edward. Todos parecen saberlo menos él.
Hasta aquí la película es previsible, aún con buenos discursos sobre el consumismo y el anticapitalismo pero... A partir de aquí, comienza lo interesante.
Nos enteramos de que Tyler, el libertador, el genio, el hombre libre, es en realidad una creación del subconsciente de Edward, es como la otra cara de la misma moneda. Un dualismo moral realmente bueno y muy bien llevado.
Así pues, intenta parar aquel proyecto Mayhem sea cual sea su fin (que luego nos enteremos que el fin era digno de V, explotar las entidades bancarias, eliminando así las fichas de la gente con sus deudas y cuentas bancarias, devolviendo así la libertad ) y eliminar a Tyler de su mente.
Cargado de simbolismos, Fincher logra acabar de una manera soberbia. ¡No! ¡Me niego a hablar del final! Es demasiado... Profundo como para desmenuzarlo y escribirlo aquí...
Nah... Por algo me pagan, resulta que Edward, se harta de Tyler y llega a la conclusión de que la única manera de acabar con él es, acabando con él mismo. Así que armado con una pistola, se pega un tiro en la boca, matando así a Tyler.
La sorpresa final es que, Edward sobrevive, al salir la bala por su mejilla. Una buena estrategia no cabe duda. Muchos no entendieron del todo esta ida de olla, pero, yo os contaré lo que yo he entendido: Al ver Tyler que, Edward, es capaz de acabar con todo con tal de matarlo, desaparece de su mente, ya que, al final, cumplió su objetivo. Hacer que Edward se deje llevar totalmente hasta las últimas de las consecuencias con tal de llegar a su fin.
Ah, bueno, y el arco de Marla es también bastante interesante ya que ella también desconoce la doble personalidad del protagonista actuando este como un verdadero Dr.Jekyll y Mr. Hyde.
En resumen, Fincher logra calcar el entorno de Seven y trasladarlo aquí. Un ambiente sórdido y sucio, y lo espeluznante es que, es un retrato muy fidedigno de la propia sociedad en la que vivimos.
“Solo cuando perdemos todo, somos libres de hacer lo que queramos."
-Strangelove.