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miércoles, 1 de marzo de 2017

La ciudad de las estrellas-La La Land [Análisis]


Voy a admitirlo, cuando entré en la sala del cine lo hice con miedo. Miedo a que acabase resultando una pastelada sin remedio o que la película se disolviese a si misma entre tanto espectáculo musical del que tanto se alardeaba.
Tampoco ayudó mucho que los primeros minutos parecían estar ahí simplemente para hacer alarde de lo bonita y espectacular iba a ser el resto del trayecto y que pudiesen ser omitidos perfectamente y la calidad del producto no bajaría ni una pizca (puede que aumentase incluso).
Pero es que esta amarga sensación que me recorrió el cuerpo al comienzo (bastante similar a una patada en los c*****s) fue diluyéndose cada vez más a lo largo que avanzaba el film hasta que, al acabar el viaje, lo único que quedase fuese una sonrisa en mis labios.
Ya habéis podido comprobar como he usado varias veces variaciones de la palabra espectáculo en este artículo pero es que a decir verdad esa es la palabra que creo que define mejor a la película. A cada momento que pasa desde que se ha podido vislumbrar un número musical, tu estas ansioso por recibir otro más pero a la vez siempre pendiente de la trama y hacia donde te va a llevar, nunca haciéndote esperar demasiado pero manteniéndote constante en la película.
Son estos ritmos tan bien medidos los que hacen que puedas acercarte a los protagonistas y experimentar junto a ellos todas las enormes emociones que comunica la película. Estas emociones no podrían haberse trasmitido desde la pantalla sin todo el desarrollo que muestran los actores protagonistas durante todo el transcurso de la obra.


Y dentro de la pareja protagonista me parece más destacable hablar de la actuación de Emma Stone. Y es que la actriz eclipsa todo el escenario, es verdaderamente  impresionante la capacidad de la señorita Stone para conseguir cautivar tanto al espectador. Cada gesto o mueca que pone se siente completamente natural y es que, de verdad, creo que la película no sería lo mismo sin ella.
Ryan Gosling  también hace un trabajo fantástico a la hora de interpretar al personaje pero no hace el mismo efecto que su compañera y podría haber sido sustituido fácilmente y la película habría seguido teniendo esa fuerza.
El tercer gran protagonista es, indiscutiblemente, la música.
Ésta inunda e impregna con su aroma todo el ambiente. Quizás peca de repetitiva en algunos puntos, con una sobreexplotación de City of Stars en varios puntos o colocación de melodías que se ven innecesarias en varios segmentos. Parece como si en algún momento se les acabase el presupuesto y queda la sensación de que la película, como conjunto, está incompleta.


Quizás esta sensación de hubiese apaciguado con un número potente que se convierta en sinónimo de la película (cosa a la que la ya mencionada City of Stars aspira pero tristemente se queda a medias).
Donde este apartado consigue redimirse es, curiosamente, cuando elimina la letra de la ecuación y consigue enamorarte con sus increíbles coreografías y la la melodía que consigue hacerte participe de las asombrosas imágenes que pasan ante tus ojos. Una mención especial al final, que capta más que nunca lo que intento expresar con palabras. Cine en estado puro.
Es más, tal es la presencia del cine en toda la película que se llega a abusar un poco del factor nostalgia de los anos dorados de Hollywood. Esto crea un ligero conflicto; al querer homenajear y tocar la fibra sensible del espectador, no consigue dar tanto énfasis a la obvia intención de querer plasmar el Hollywood de ahora. Es como un adolescente, ya está alejado de un niño pero no llega a ser adulto y mostrar todo lo que tienen que mostrar.
Aún pese a todo, La La Land al final de todo es una película sobre el amor. No solo el dulce y pasional amor que puede surgir entre dos personas, si no también el amor hacía el cine, la danza y la música pero sobre todo el hecho de amar en si. En recordar el amor del pasado con una sonrisa pero sin dejar de amar por ello a lo que tienes ahora.
En mi opinión, aunque no es una película perfecta y no alcance todo el potencial que pudo alcanzar, el mensaje que da es tan bonito y profundo que estoy seguro de que nadie debería perderse la oportunidad de apreciarlo.


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