Llorar no es malo, es una forma de representar las emociones que todos guardamos en nuestro interior y hacerlas visibles hacía los demás. Teniendo claro que el cine, como toda forma artística en general, quiere representar emociones, no es difícil suponer que bastantes directores han intentado sacarnos alguna lagrimilla con su historia. Y pocos directores se esfuerzan más en ello que Bayona.
Pero empecemos por el principio.
Esta es la historia de Conor O'Malley, un niño que debe hacer frente al hecho de que su madre sufre de cáncer y se le acaba el tiempo. Por si esto no fuera poco, el chaval es acosado en la escuela y tiene que soportar la llegada de su abuela, quién no le despierta mucha simpatía. Entre todo esto, hay una verdad que el protagonista esconde y para eso mismo aparece el monstruo que anuncia la película, el cual le contará tres historias a cambio de esa verdad que oculta en su interior y le destroza por dentro.
En esto se resume el guión de la película, basado en el libro homónimo escrito por Patrick Ness. La verdad es que no he leído el libro, así que no sé cuán fiel es como adaptación pero por lo que he oído no desvirtúa nada muy importante. De igual manera, no estoy aquí para hablar de eso si no del resultado como producto en si y como ya se puede adivinar, eso se resume a hablar del protagonista en cuestión.
Y es que el personaje interpretado por Lewis Macdougall, que demuestra que no todos los niños actores son malos, es el eje sobre el que gira el mundo de "Un Monstruo Viene a Verme", siendo el viaje emocional de este el que debemos seguir para comprender toda la historia y conocer a los demás personajes. Como se puede constatar desde el principio, el niño está en graves problemas, viviendo en una realidad que le atormenta y teniendo que refugiarse en un mundo de ficción donde poder reflexionar sobre sus problemas, siendo el más prominente de todos la pesadilla que sufre cada noche. Esto de escaparse de la dura realidad no es concepto nuevo, con otras películas como "El Laberinto del Fauno" que exploran esto. Aún así, el acercamiento más dirigido a similar un cuento le da un aire lo suficientemente característico como para resultar fresco.
El monstruo, interpretado por Liam Nesson, es la viva representación del coraje del niño que intenta ayudar a aliviar la carga emocional y toda la rabia que tiene en su interior. Este lo ayuda viniendo tres veces y contándole tres historias con una moraleja que le pueden ayudar con su situación actual. Las secuencias de los cuentos son lo mejor de la película, no sólo sirviendo de punto de inflexión para los acontecimientos y las enseñanzas que traen, que no son difíciles de deducir ya que Bayona se encarga de que quede todo demasiado explicado, si no por su genial apartado artístico. En serio, era muy placentero ver esas escenas; el uso de los colores, la animación de los muñecos o la colocación de la cámara para seguir la historia fueron realmente asombrosos. Quizás la única pega que le tengo que poner a estos es que contrastan demasiado con el resto de la película pero este ni mucho menos es el iceberg del film.
El que si lo es, en cambio, es la necesidad de Bayona de convertir la historia en otra granada lacrimógena hacia el espectador. Llorar no es malo y que una historia haga llorar ni mucho menos lo es pero lo que si puede llegar a arruinar la experiencia es la continúa necesidad del director de intentar hacerte llorar continuamente durante todo el recorrido. Esto no es tan bestia como si lo fue en su anterior obra, "Lo Imposible", pero sigue notándose como es todo muy forzado y muy manipulado de antemano para hacer que el espectador saque los pañuelos a pasear.
La verdad es que si no fuera por la necesidad de Bayona de intentar deshidratarnos a base de llorar de lo lindo entonces seguramente estaríamos ante un filme de una calidad artística mucho mayor de lo que acabó resultando porque de verdad que si quitamos eso de en medio esta todo muy bien montado. Las interpretaciones con tanta química entre ellos (la relación madre-hijo es genial), el agrio mensaje de que la vida no siempre es feliz y ni mucho menos un cuento de hadas se transmite bien, el tratamiento de la historia asemejándose a un cuento atemporal (a mi me recordó mucho a Cuento de Navidad) y, sobre todo, las etapas del duelo por las que pasa nuestro protagonista dan mucho de si.
Yo, por lo personal, recomiendo esta película pese a pecar de ser demasiado sentimentaloide, al menos para poder la fantástica animación de los fragmentos cuasi oníricos de los cuentos.
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